y ahora. (narracion final)
En mi vida, los relatos supieron tener un peso específico en
cada estadio de mi vida. Siendo de maneras consiente e inconsciente una suerte
de mediador. Mi papa, el protagonista de mis últimos escritos, estaba dotado de
ciertos relatos y, no solo relatos, sino también silencios que componían mis
creencias y mis dudas con respecto a una supuesta realidad. Mis ideales fueron moldeándose
en mi niñez de la mano de mis padres en principio, y en segundo lugar la gente
fuera de la familia, amigos, compañeros o en todo caso, figuras fuera del mundo
real, personajes de diversos dibujos animados y su narrativa que podría provocar
cierta identificación en mi persona. Este último aspecto, el ficticio, era
reforzado por aquellos compañeros de mi niñez donde este ocio impositivo que
cada niño recibía para su concepción de su motivación y deseos con respecto a
una novedosa realidad. Tanto mi madre como mi padre, a pesar de están separados,
se mantenían al tanto de contribuir a esta estructura ficticia que construía en
mi día a día. Ir a mi primaria eran un capítulo más de mi seria favorita, “Dragón
Ball” para ser precisos, seria japonesa con su respectiva exageración de todo
rasgo posible, dotada de una narrativa frenética. Mi yo niño adapto esa lógica al
igual que muchos otros de mi edad. Este suceso en aquello época pudo ser muy
favorable para que, en mi mundo, ficticio, reinaran las sonrisas sobre las lágrimas.
En el secundario comenzaron a perder fuerza, las primeras lagrimas hacían presencia.
El entusiasmo por la nueva etapa era real, la tristeza por la distancia era no
solo real, si no más fuerte que aquel entusiasmo. La distancia fue el elemento
fundamental de esta segunda etapa, distancia con mis familiares, proyectando
una suerte de madurez en mí mismo, a mi padre lo veía cada vez menos, los
tiempos cambiaron, mi mundo ficticio fue manipulado por su enemigo número uno,
el tiempo. Tiempo que llevaba consigo un arma inquebrantable, las
responsabilidades. Responsabilidades que sí, seguían dotadas de recompensas psíquicas,
podían conformar una autonomía con respecto a mi familia. Dichas responsabilidades
y recompensas no eran tan idénticas en mis compañeros de este nuevo mundo. Mis compañeros
en la secundaria no tenían intereses en conformar un mundo ficticio del cual
nosotros seamos parte, si no un mundo de características fantásticas, pero
fuera de nuestro presente, aquel nuevo mundo esta enjaulado y la llave se llama
responsabilidad. Dicha “llave” esta incrustada en determinados relatos, muchos
diferentes entre sí, pero esto no impedía que dominaran mi época adolescente. Mi
cuerpo recibió la motivación, la necesidad de esa llave, el devenir de este
nuevo mundo adquiría sus cualidades materiales. En esta búsqueda hubo una
parada, una etapa que ningún relato tenía en cuanta. La pandemia que ataco
nuestro mundo real fue el primer punto de quiebre en la edificación de nuestros
deseos. En su momento con mis compañeros, amigos, camaradas decidimos aceptar
el párate y transcurrirlo a través del mundo del ocio virtual. Aquellos deseos
cobraban más y más peso. Aquí mi papa ya estaba en capital federal, con un departamento
quince minutos de mi casa. Volví a convivir con él, la distancia era similar a
la de mi madre. Con mi papa, existió una particularidad lúdica, compartimos
dicho ocio virtual, como en mi niñez en la PlayStation 1 ahora con la PlayStation
4 en 2020. Fue una semilla para una futura confianza, el efecto domino de una falsa
madurez que solo construía mayores tabúes. Llegado el último año de la
secundaria. La búsqueda de aquel mundo quedaba más cerca que nunca, mi
personalidad se adaptó a todas las necesidades impuestas por el espectro
adolecente. Esto último solo me llevo a un mar de dudas, donde mi barco era la
duda que emergía y el océano las lágrimas de la impotencia. Finalmente a pesar
de fracasar como adolecente, pude graduarme y conseguir un capo para seguir
investigando aquel mundo. Aun con pensamientos afianzados a la lógica de la
secundaria, emprendió mi camino hacia el cbc en púan. Época donde toda representación,
todo deseo antes entendido entraría en jaque. Sobre el pizarron se reflejaba la
arquitectura, el esqueleto de aquel mundo fantástico, que cada vez se mostraba más
borroso en mi conciencia. La melancolía de esta pérdida fue evidente, mi papa aquí
comenzó a hacer un repaso profundo de su vida, de sus pensamientos más
profundos para mitigar mi tristeza. Él quería transformar aquel sentimiento en
una ruina, una ruina de la cual yo pueda hacer uso, reencontrarme con el
placer. Aquí mi padre, Steve comienza a adquirir una personalidad más dura con
respecto al mundo, pero más compañero conmigo. Fue el primer camarada de este
nuevo mundo, mundo borroso y flexible. Una nueva lógica comenzaba a embriagar
mi conciencia, una lógica con más contradicciones que tautologías, haciendo de
mis pensamientos una deformación liquida. mis compañeros del secundario,
algunos entendían lo que mi estado trasmitía, otros utilizaban etiquetas, a
medida que la liquidez crecía en mi conciencia mis emociones perdían la
paciencia con el deseo. Hoy junto a mi familia, algunos AMIGOS, y no menos
importante, amores no correspondidos.
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