Trauma Inkieto(continuación poema porque no bailais?)
Con la venta de garaje ya acabada, el hombre, con el dinero
en su haber, se dirige hacia el departamento de su hijo, Luka, ubicado a unos
cuatro kilómetros de distancia. Ellos suelen verse seguidos ya que como padre
tiene la obligación de ayudar a sus hijos, a Luka en especial debido a su edad
de veinte años, su trabajo de escasa paga y sus estudios lo ponen en una
situación comprometedora. El hombre, el padre se reencuentra con su hijo para
ofrecerle esta cantidad de dinero a cambio de, por lo menos, una acortada estadía.
Luka, sin ningún resentimiento hacia alguna actitud anterior de su padre,
acepta emocionado la oportunidad de convivir con su padre. El sueldo fijo de Luka
y la ayuda del padre mejoraron el clima cotidiano para los dos partes, de hecho
el hombre mejoro de gran manera sus hábitos en cuanto al alcohol y, más
importante, comenzó a asistir a clases de tango una pasión desde que tenía uso
de razón.
La pareja que compro el gran porcentaje del garaje se vio
disuelta, debido al trauma que aquel borrachera genero en los tres participantes
provocando una oleada de inquietud, inseguridad sobre de parte de la mujer que
fue, al fin y al cabo, la que tendría la iniciativa de la separación. A raíz de
esto ella comienza terapia, mucho diálogo con el psicólogo, con su madre,
amigos exceptuando a su padre. La muchacha ya tenía unos nuevos ojos, que lo
primero que percibían era terror, posibles peligros, dolores y llantos futuros.
Su fiel grupo de amigos decide para su cumpleaños sorprenderla pagándole unas clases
de baile, pero no las convencionales, están tenían un tono clásico, eran de
tango para ser precisos. Ella ya entusiasmada dentro de su realidad, encara
esta nueva actividad con expectativas, sobre todo, alegres. Expectativas que se
derrumbarían al pasar esa puerta y observar al objeto de su trauma, a esa nube
eterna que corrompe sus días, esa ceguera melancólica, ella vio al hombre. Acto
seguido se retira de la clase y comienza a dirigirse a la casa de su padre,
boxeador retirado de peso pesado, el cual hace mucho no veía. Ella, en lágrimas,
le comenta la situación al padre, desde el garaje hasta el hoy. A la siguiente
clase el padre se dirige hacia el establecimiento bailable y espera treinta
minutos hasta que sale el hombre. El hombre contento se dirige hacia la casa de
Luka sin saber que sería el último paso de su melancólica coreografía.
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