Un portal un tanto bauhaus con tintes gourmet.

 A simple vista parece una cocina, de hecho, lo es. La casa de él era un hogar corriente con sus tintes particulares, artísticos. Un hogar impregnado de esoterismo y alegorías. Revistas de moda, cuadros y producciones propias invadían las paredes del recinto. Yo en cambio, vivo en un sistema de hogar regido por reglas de orden y estética los cuales conformaban mi realidad de las formas cómodas en cuanto al espectro casero. Yo visitaba su casa una vez por semana, recibía comidas a niveles gourmet, desde el sabor hasta el empatado. Charlábamos de nuestras vivencias de la semana. A día de hoy sigo visitándolo, con una mirada mucho más critica a mi sistema de hogar, envidiando su desorden artístico. Las paredes reflejan parte de su ser y el, en parte, mostraba su ser en las paredes. Mis paredes en cambio, mostraban un color blanco inofensivo, hoy son blancas, pero no inofensivas. El lugar dentro de la casa, que más se contradice con su función. Es la cocina. Oscura, asquerosa, desordenada acompañada de él, su cabeza baja y el cigarrillo,de marca Camel, en su boca. esta es la cocina de mi padre, que si no fuera por las parafernalias que incluyen esta no parecería tal. el portal que visito todos los fines de semana. el cabizbajo mirando como el fuego envuelve a la sartén. Esta sencillez desordenada y precisa es, para un tipo involuntariamente ordenado, anecdótica


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