Nada Consecuente

 



Nada consecuente

Steve Mac lean, es un chico de unos 21 años, argentino. Sus vivencias radicaban en la zona de lomas de Zamora. El a pesar de nacer en argentina su familia era escocesa. Familia que estaba dotada de un carácter conservador. A lo largo de su niñez Steve adopto la estructura de valores pertinente a esta cualidad familiar. Una estética muy tradicional, ropas similares a la era victoriana. El resultado se vio evidenciado en todos los miembros de aquella familia, todos alineados de cierta manera, similar. Steve supo ser la oveja negra. La particularidad no solo se centraba en las conocidas travesuras de típico adolescente o infante con arreglo a intereses particulares. Tampoco necesitaba atención. Él era muy enfático con la siguiente pregunta ante todos los juicios que sus actos recibían. “¿Por qué? Decía Steve. Era cierto tipo de mantra de vida que lo llevaba por los caminos más recónditos de lomas de Zamora. Este sintagma fue la primera ruptura entre Steve y su familia. Steve en su escuela tenía un carácter similar a pesar de la praxis de la institución. Institución religiosa. Las sanciones no se hicieron esperar para el joven. El sabio manejarlas para no alterar su situación la cual el disfrutaba, no alterar su “¿Por qué?”. Steve cuida mucho esa incógnita en forma de religión.

Esto se debe a un sueño que tuvo a sus 14 años. En este sueño el describe como todo lo que él conocía comienza a perder sentido. El dentro de este onirismo era un sujeto que cuyas representaciones que el conocía perdían tanto forma como valor, desde su propia familia y amigos, intereses, ideas, lenguaje. El descansaba en su sueño descansaba de las representaciones, de lo que es para darle lugar a una contingencia placentera. Steve no veía nada claro, pero tampoco lo necesitaba. Nadie caminaba atrás, a su lado o delante de el. Steve despierta y ríe. Risa producida por la gracia que le produce adquirir la duda como herramienta productora del placer propio  y del displacer ajeno. Steve comienza a comentar su experiencia con sus amigos mas cercanos, ellos aun estaban sujetos a la representación como tal. Estos chicos al escuchar lo que Steve vivió, simplemente arrojaron rostros de anécdota interesante y al mismo tiempo efímera. Steve no se alejo de las representaciones del todo, de cierta manera las utiliza para seguir riendo. No se enojo con estas creaciones, ni con las personas que no lo comprendían. El hecho de que Steve no vea el sentido de las cosas, no desplaza que no encuentre el placer. Todos los malestares que vivió ya son solo una invención sin sentido la cual el puede mediar a su gusto. Steve, ya adulto, tiene un hijo el cual antes de experimentar un sueño de ese estilo decide heredarle su mantra. Su hijo al tener el “¿Porque?” antes de los juicios desemboco en una oleada de dudas, que en este caso, generaron malestar en el pequeño. La duda al fin y al cabo, es una representación que genera placer e displacer.

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